Cuando la muerte toca al profesional sanitario


Post publicado primero en Nuestraenfermeria.es (1 junio de 2014)

En Noviembre de 2013, participando en cierto #carnavalsalud, escribía el post  ¿Quién hablará por mí cuando llegue el momento?, haciendo referencia a una entrevista hecha al Dr. Harvey  Max  Chochinov (que dirige la unidad de investigación de Cuidados Paliativos de la universidad de Manitoba en Canadá). Entrevista en la que nos invitaba a hacernos esta pregunta durante la vida. Hace unos días me volvió a venir a la cabeza tras una conversación con Maite Castillo (nuestra enfermera-fotógrafa colaboradora).

El tema que trató la conversación fue el de… que se trata poco el tema de cuando la muerte toca al profesional sanitario, una enfermera, por ejemplo. Esta reflexión ha sido la que ha inspirado tanto las fotografías como las siguientes líneas, que surgen más de reflexiones propias que de evidencias científicas, aunque alguna he querido aportar.

Cuando la muerte afecta a uno mismo, es normal que el afrontamiento que uno haga tenga que ver con la situación y las condiciones en las que se presenta este evento “vital”, puesto que la muerte está íntimamente relacionada con la vida, forma parte del proceso. Pero también tiene que ver con la manera y la intensidad con la que la persona ha vivido estas situaciones a su alrededor. Me explico, la profesiones sanitarias tienen cierto grado de relación con el proceso de morir. Esto varía según los ámbitos, ya que varían las situaciones y la intensidad de las vivencias. Algo que también se ha relacionado con el síndrome de Burn Out. Ejemplificando esto, no tiene la misma relación con las situaciones de final de vida, una enfermera de Atención primaria de consulta, que una de atención especializada en paliativos o una de oncológica. Al igual que existen lugares en los que la vivencia puede ser tan fuerte como la de atención paliativa en pacientes oncología en pediatría.

La intensidad en la convivencia con las experiencias de final de vida, producirá un impacto emocional que tendrá sin duda una repercusión en los cuidados. Además los ámbitos cuentan, y la “institucionalización de la muerte” provoca que esta socialmente sea poco aceptada y que hayan colectivos como el de enfermería que viven mucho más de cerca esta situación, encargándose de ella, educando sobre ella, y en ocasiones asumiendo papeles que quizás deberían ser ocupados por otros. ¿Cuántas enfermeras no han visto morir a personas solas?, siendo ellas las que ceden ese momento de intimidad en el cuidado del final de la vida, de manera altruista, a una persona que no es allegada suya, si no que de un desconocido se trata, con el que mantiene la intima relación del cuidado.

Estas situaciones queman, y se han de saber gestionar, pero existe otra muy concreta y especial, cuando es un compañero de profesión el que fallece.

Cuando es un compañero, independientemente de la relación previa, íntima o no, surgen muchos sentimientos, sentimientos íntimamente relacionados con la elaboración del duelo. La Negaciónla Ira, la Negociaciónel Dolor Emocional y la Aceptación, van a ser más difíciles de saltar, corriendo el riesgo de duelos disfuncionales que seguro que pueden afectar a nuestro trabajo.

Lo sentimientos que nos pasan por la cabeza son muchos, y dentro de la Ira, entra la sensación de Injusticia Es injusto que una persona en plena vida (puesto que está en situación laboral activa), que se dedica a dar la vida por los demás (ya que arte de cuidar es visto por los propios sanitarios como un oficio que no está reconocido), no pueda terminar la suya. La sensación de Fracaso también entra en escena, puesto que nuestro esfuerzo por los demás a diario, hace que los que hacemos por nosotros mismos, los veamos como insuficientes. Siempre pensamos que se pudo hacer más, para que no pasara esto o lo otro. Nos cuesta aceptar por ejemplo que el proceso fue bien, y eso creo que es debido la fuerte autocrítica que tenemos integrada.
En la negociación va ser muy importante el colectivo, como se afronta todo el proceso y como lo interioriza el grupo, entendiendo bien todo lo que ha envuelto a la pérdida. En profesiones como esta, la enfermería, los grupos suelen ser muy unidos, al pasar largas jornadas trabajando en equipo, lo que hace que se cree un entorno que puede ser entendido como una pequeña familia.  Y quizás la aceptación sea la fase más difícil de llegar, puesto que seguramente no veremos reflejados en aquel compañero, extrapolando la situación a nosotros mismos.

Personalmente creo que mucho tiene que ver con el sentimiento de invulnerabilidadque muchas veces nos rodea, debido a que hemos vivido muchas situaciones ajenas, y que pensamos que sea difícil que se reproduzcan en nosotros mismos, y lo que sucede es que nos engañamos con una mentira enorme. Somos personas y entramos dentro de la estadística, y no somos invulnerables.

Como dice Maite, nos cuesta hablar de nuestra muerte, pero debemos hacerlo en vida, no dejéis de leer su último post, el beso final, en el que reclama la importancia de la formación en la elaboración del duelo para los profesionales sanitarios. Os dejo una recomendación de Maite, el blog Cata de vida de  Josep París Giménez y además alguna referencia interesante:



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